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Soledad en imágenes: cuando el silencio se convierte en arte y protesta en Alcobendas

En la semana dedicada a los mayores, una exposición fotográfica en la Ciudad Deportiva Valdelasfuentes transforma la soledad no deseada en un grito visual. Y, a su manera, propone una salida: que nadie, nunca más, se sienta solo

Los retratos son silenciosos, pero hablan. Hablan a gritos. Desde las paredes de la Ciudad Deportiva Valdelasfuentes en Alcobendas, durante la última semana de mayo, una serie de fotografías capturaron las miradas perdidas, las manos vacías, los ojos que se asoman tímidos a las ventanas de un mundo que avanza demasiado rápido. Se titulaba «Soledad no deseada» y formaba parte de la XXVIII Semana de las Personas Mayores, una iniciativa del Ayuntamiento para celebrar a quienes nos precedieron, pero que también quiso poner sobre la mesa –y frente a los ojos– una realidad incómoda: la de aquellos que envejecen acompañados solo por el silencio.

Esta exposición, obra de ocho fotógrafos de la Asociación Contraluz, no era una sucesión de imágenes amables. Era un catálogo del abandono emocional. En cada retrato había una historia contenida: la de los que sobreviven a las pérdidas, a las rutinas vacías, a las conversaciones que ya no llegan. Las fotografías, en blanco y negro o en colores apagados, se acercaban sin invadir, con el respeto de quien sabe que está pisando un terreno sagrado: la intimidad de la soledad.

«La peor enfermedad que hoy se puede tener, más allá de las dolencias físicas, es la soledad», dijo el Padre Ángel, fundador de Mensajeros de la Paz, durante la inauguración. Sus palabras resonaron como un eco entre los asistentes, muchos de ellos mayores que se reconocieron en esas imágenes. Porque la soledad no deseada no es solo un concepto abstracto: es un banco vacío en un parque, es un teléfono que no suena, es una casa donde las paredes parecen encogerse.

Al fondo de la sala, un mural colaborativo titulado “Érase una red que acogía a todo el mundo” invitaba a los visitantes a dejar mensajes y reflexiones. “Nadie debería estar solo”, “Llama a tus mayores”, “La compañía es un regalo”, se leía entre garabatos de colores. Era un intento de romper, aunque fuera simbólicamente, ese aislamiento que tantas veces es invisible. Un gesto pequeño, pero cargado de significado.

Un tema incómodo, pero necesario

Hablar de soledad en un mundo hiperconectado es casi un acto subversivo. En Alcobendas, una ciudad que presume de dinamismo, tecnología y actividades comunitarias, esta exposición fue un recordatorio de que no todos tienen acceso a esa red. La Semana de Mayores ofreció conciertos, talleres, charlas y actividades deportivas, pero fue en esta muestra donde se concentró la esencia de la celebración: mirar de frente la realidad de los mayores, no solo como homenaje, sino como denuncia.

Las imágenes mostraban manos arrugadas sujetando tazas de café a medio llenar, ojos que miraban hacia la nada, habitaciones ordenadas con meticulosidad casi obsesiva. Cada fotografía era una ventana a un universo privado y doloroso. Una de ellas, especialmente sobrecogedora, mostraba a una mujer sentada frente a un televisor apagado. La pantalla negra reflejaba su silueta diminuta, encapsulando la paradoja de estar rodeado de tecnología pero completamente solo.

Algunos visitantes, emocionados, compartían anécdotas mientras paseaban por la sala. “Esto me recuerda a mi madre, que vive sola desde que murió mi padre”, “Mi abuela decía que lo peor no era estar sola, sino sentir que ya no le importabas a nadie”. Las voces se entremezclaban con los clics de las cámaras de quienes querían llevarse un trozo de la muestra en sus teléfonos móviles. Pero más allá de la imagen, lo importante era lo que no se veía: las historias detrás de cada retrato.

El arte como forma de resistencia

Esta exposición no solo era arte, sino también resistencia. Una forma de alzar la voz por aquellos que no siempre tienen palabras para expresar su malestar. En un rincón, un pequeño texto acompañaba a las fotos: “La soledad no se combate con pastillas, sino con compañía, con una llamada, con un café compartido. Cada gesto cuenta”. Era una invitación a la acción, a mirar a nuestro alrededor y reconocer a quienes nos necesitan.

La muestra también formaba parte de un compromiso más amplio. Alcobendas se ha unido a la Red de Ciudades Amigables con las Personas Mayores, impulsada por la Comunidad de Madrid y la Organización Mundial de la Salud. Una red que busca no solo visibilizar el problema, sino también implementar políticas reales para combatirlo: programas de voluntariado, actividades intergeneracionales, iniciativas para mejorar la accesibilidad y el bienestar de los mayores.

Una llamada a la acción

Al final del recorrido, muchos salieron en silencio, tocados por lo que habían visto. Porque la soledad no deseada no es solo un problema de los demás: es un riesgo que todos enfrentamos. Y esta exposición, con su crudeza y su belleza, lo recordaba de forma inapelable.

“Hay que cuidar a los mayores, pero también dejar que ellos nos cuiden con su experiencia y sabiduría”, comentó uno de los organizadores. “Necesitamos crear una comunidad donde todos tengamos un lugar, porque nadie merece sentirse solo”.

La Semana de Mayores de Alcobendas terminó el domingo 1 de junio, pero la exposición dejó una huella que, con suerte, se prolongará mucho más allá de esas fechas. Porque cada fotografía era, en el fondo, un espejo. Y, en algún momento, todos podríamos vernos reflejados en él.

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